jueves, 18 de febrero de 2010

Con las tapas del revés

Hace muchísimo que no escribo, hay que ver. Mi pobre blog abandonado. Quizás porque tengo más tiempo libre estoy pensando en retomarte, en volver a soltar aquí toda mi mierda y mis pensamientos. Pero hoy no me apetece ser literario. Hoy seré como esos textos periodísticos que nos hacían analizar una y otra vez en el instituto. Hoy soy crónica. La crónica de un chico que se aproxima a la treintena, que no tiene trabajo, pero que sin embargo lo tiene todo. Soy fracaso y éxito. Soy dejadez y perseverancia. Tengo la habitación revuelta, llena de ropa tirada por el suelo, libros que se apilan por las esquinas. No, no me han echado. Me mudo de casa. He pensado en quemar los antiguos apuntes de la facultad, total de lo que me van a servir... pero a lo mejor soy más pragmático, y en vez de seguir soltando porquería a la atmósfera, y también por lavarme un poco la conciencia, los tire a un aparatejo de esos de reciclaje de papel. Es hora de que los trituren. Sin embargo, me divierte pensar que cualquiera hurgando en la basura puede dar con ellos. Rescatar una hoja perdida de pragmática del inglés, o mejor aún, de semántica cognitiva. Licenciarse en filología. Qué más da. Lo único que sé es que la filología no cabe en mi casa nueva, ni la mitad de mis zapatos, que he tenido que tirar. Me siento como un libro con las tapas del revés.

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