jueves, 17 de marzo de 2011

Malos sueños

En el fondo no me importa tanto, o sí, no sé. El caso es que estiro el brazo y veo que sigue a mi lado, me doy cuenta de que todo ha sido un sueño, sin más. Pero todavía el vivído recuerdo de la voz de esa chica diciéndome que había sido suyo me atormenta. "Y a mí qué", le digo, "yo sé por lo que está contigo. Y no me importa", y les veo fundirse el uno con el otro, respirar acompasados. Sí, sí me importa. Porque en esos cinco o seis segundos en que paso de duermevela a conciencia todavía creo que es real, y me siento enfadado y furioso, o más bien deprimido y melancólico. Quiero darle un golpe para que me diga que es mentira. Quiero abrazarle, quiero decirle que no se vaya, que ya soy mejor persona y que le necesito a mi lado. Pero no puedo, porque todavía no me ha vuelto la voz y porque en mitad de la noche él se ha escurrido entre las sábanas y duerme plegado entre ellas. Forcejeo un rato hasta que comprendo que no podré tenerle, y entonces me lanzo a su cuello, y le beso. Su tacto sigue siendo cálido, como cuando nos acostamos anoche. "Te quiero". Se mueve lentamente, desperezándose, y entreabre un poco los ojos. "Te quiero, Iván". Y por fin ya es de día.

No hay comentarios: